Un día tranquilo cualquiera…

Tirada en el sillón, mis ojos puestos en la televisión, final de temporada. [Tocan la campana]… Botanas y una cerveza oscura, mi compañía. Esperé toda la semana para esto. Bajo el volumen. No pienso levantarme. Estoy muy cómoda. Que piense que no hay nadie. Que regrese otro día. Apuesto a que el visitante desista. Me pregunto si será importante. Pronto abandono mis dudas. Me vuelvo a concentrar. Sigo en lo mío. Dos personas hablan. El hombre trata de explicarle algo a la mujer, la protagonista. Él le explica a ella. Hay contradicción en la explicación. Los ojos de ella reflejan angustia. Ya no está segura si debe confiar en él. Él se ha dado cuenta que ella ya no confía en él. Ella pone pretextos tontos, debe irse. Él ya se dio cuenta que no puede confiar en ella, ya lo sabe todo. Ninguno confía en el otro. Se siente tensión. Él no puede dejarla ir. Debe detenerla. Ella es peligrosa para él, tiene mucha información. La protagonista se siente amenazada. Faltan 45 minutos. Ella corre, no sabe el por qué, pero siente que debe hacerlo. Él comienza a perseguirla. Él está a varios pasos de ella. Es fácil que la atrapen. [Tocan la campana]… Segunda vez.

Me distraigo, pongo pausa. Ya se irá. No tengo tiempo. Tendría que Levantarme, calzarme, ponerme el cubre bocas, caminar hacia la puerta, preguntar quién es, justificar que no es aquí, que no me interesa, que no, muchas gracias; tardaría unos 6 minutos. No quiero distraerme. Reanudo. Quito pausa. Ella comienza a caminar rápido hacia el lado contrario a él. Él le dice que no se vaya, que le va a explicar. Ella acelera sus pasos. Corre. Él corre a perseguirla. Ella busca una puerta, una ventana. Ella no encuentra salida. Él se aprovecha de la angustia. Él cierra el paso. Ella ya es prisionera. [Tocan la campana]… Tercera vez.

Agarro un puñado de cacahuates, los meto a mi boca, me río he metido muchos, soy un hámster, doy trago a la cerveza, me concentro en los minutos que restan. Qué bueno que nadie me ve comer así, sonrío. Sigo ignorando a quien está fuera de mi casa. Se ve una sombra. Pronto se cansará. Faltan 38 minutos. Ella está amarrada en una silla. Su situación no augura el final que pensaba. Aposté con unos amigos por el final. El que se acerque más podrá ser acreedor de un mezcal, dijimos de 50 grados alc. Pienso,en dónde deberé de comprarlo. Mi final pensado no se acerca al apostado. Ella tiene toda la información. Si ella muere, el antagonista tendrá el camino libre. ¿Triunfará el mal? Él tenía una misión, engañarla todo el tiempo para ganar tiempo. Ahora el tiempo corre a su favor. Sin ella en libertad, puede su jefe convencer a la gente, entre todo, que ella era la mala. Intentarán que parezca que la mató en defensa propia. Él se distrae, una llamada telefónica a su jefe. Debía pedir línea de acción. Debe saber que con esa muerte no se excede a su misión. Ella logra comenzar a aflojar los nudos. Sus manos hacia atrás juegan en movimientos que logran hacer el trabajo de liberación, él no se percata de que ella lucha por su vida. Es una guerrera. Debe salir a la luz la verdad. Debe proteger a su esposo y a su hija. [Tocan la campana]… Cuarta vez.

Vuelvo a poner pausa. Debió escucharme. Cuando la sombra interruptora llegó a la casa, la televisión estaba a un volumen elevado. Cuando he bajado el volumen, de seguro ya era muy tarde. Me escuchó. Sabe que estoy. Faltan 21 minutos. Mucha insistencia, pienso. Debo despachar este tema. Quitarme esta zozobra. Deshacerme del visitante. No quiero más interrupciones. Me paro, ahorro tiempo sin calzarme. Hace calor. El piso está a temperatura soportable. Cuido no pisar una fritura tirada. Me paro junto a la puerta. Con voz, todo menos amable, grito: “¿Quiéeeeeeeeen?”. La contestación refleja esperanza, suspira y pregunta por mí. Le dio : “soy Yoooooooo”… Refiere que trae un paquete. Le digo que lo deje en los matorrales. Que salgo a recogerlo luego. Él refiere que pidieron entrega personal. Que no puede dejarlo más que en mis propias manos. Entiendo la insistencia más no comprendo el envío con esa instrucción. Abro la puerta. No sonrío. Me es entregada una caja pequeña. Muy pequeña. Plateada. Sujeta con un moño de terciopelo rojo. Rojo encendido. Es elegante. La abro. Una carta. No hay más. Despido al mensajero. Cierro la puerta. Jalo del moño hasta que deja de serlo y se vuelve un mero listón. Un hermoso listón. Abro la caja. Un papel. Una carta. La abro. Leo “Te quiero conocer”. ¿Qué?, me digo. Esto es una broma. De mal gusto. Ni a carta llega. Nadie ha suscrito la frase. Palabras sin firma envueltas en anonimato. En cobardía. Es un error. Es humor negro. Aunque fino y creativo, pienso. Es robar tranquilidad. Cierro bien la puerta. Pienso, alguien que no me conoce, sabe dónde vivo. Extraño. Pienso en amigos con toques de suspenso. Vienen a mi mente tres personas. Alguna de ellas es el autor intelectual. Me río, lograron su cometido. Lo hicieron bien. Aplaudo su maquinación. Siempre hacen la diferencia. Ya tendremos pláticas para reírnos de mi cara de extrañeza. De susto. Les divertirá. Lo sé. Será nuestra anécdota durante muchos meses.

Sigo con la serie, voy por otra cerveza. Hay que brindar por ese final. Ella logar escapar. Llega a una casa. Es de los abuelos de los primos de unos amigos de su hermano que muchos creen muerto. Nadie podrá ubicarla allá. Se esconde debajo de una escalera. Hay una puerta abierta. Ideal, tiene chapa por dentro, no por fuera. Es una puerta que está oculta. Ella seguirá teniendo el control. No imaginarán que ella está adentro. Se siente segura. Puede descansar. Fueron minutos de mucho estrés. Tiene que recuperar fuerzas. Inspecciona el lugar. Encuentra un sillón, se acuesta… Suenan ruidos en la calle. Tocan a la puerta. Su corazón de acelera… Van subiendo la intensidad. Dan unas patadas, la tiran…. ¡Nooooooo!… Faltan 3 minutos… [Tocan la campana… con insistencia]… Una, Dos, Tres, Cuatro, Cinco veces… Mi corazón se acelera… Me han encontrado, lo sé….

Un comentario sobre “Un día tranquilo cualquiera…

Replica a José lLuis Cancelar la respuesta