Agradecimiento a un amigo poco común…

El silencio me cubrió. A lo lejos una música tenue se alcanzaba a escuchar. Me acompañó la lectura. Tus palabras. Solo un libro. Tú me acompañaste. El fenómeno de no poder dejar de leerte como si las letras fueran a desaparecer cuando se deje de tener en las manos. Se siente la necesidad de que me hables. Una voz con un ritmo cautivador. Sensual, sin duda. Eres una plática que no calla. No quiero que pares. Pocos libros han desestabilizado mi tiempo. Monopolizaste todo. Llevaba tiempo esperando encontrarte. No te busqué. Llegaste. Fuiste enviado antes de (re)aparecer la persona que lo obsequió. Eres la carta de presentación a un (re)encuentro. Te llamas “salvar el fuego”. Haces honor a tu nombre. Me salvaste de muchas cosas. Me salvaste de mí. Encaminaste decisiones. Me vi en el libro. En ti. Me ayudaste a decidir. Me recordaste a mi yo muy abandonado. Pusiste en letras parte de lo que nunca me he permitido pensar. Menos decir. Las palabras son placebos que necesitaba tomar. Tú me las diste. Me impulsaste a seguir escribiendo. Me cuestionaste mis decisiones. Me fortaleciste. Hice cambios en mi vida. Me hiciste sentir valiente. Lo fui. Me regresaste al camino de la lectura. Busco ahora lo que siga de ti. No será fácil el que llegue. Me motivaste a seguir con la escritura. Sigo en el intento. ¿Mi fuego? Ya no había fuego. Comienzo a arder en él.

A treinta hojas me encuentro de cerrarte. Comienzo a despedirme. Pronto terminaremos esta charla. Busco el mejor momento para decirte adiós. El desenlace llegará pronto. Posiblemente hoy sea el momento. ¿me gustará tu palabra final? ¿tu cierre? Es algo que valoro en los libros. Dudo enfrentarme a esa disyuntiva, todas tus palabras han estado en su sitio. Las frases y las historias danzan en mis ojos, viajan a mi mente, se anidan en mi corazón. Ahora es más grande que cuando te conocí. Duele leerte tan rápido, aceleré tu fin. Te me estás escapando. Debí ser más lenta y leerte de a poco. No lo pensé. Hoy lo pienso. Ya es tarde. Dejarás de ser mi compañía. Debo buscar otras letras que me acompañen. Otro libro que me atrape. No tienes, hasta hoy, comparación. Mis ojos no mienten. Me brillan cuando te toco y me platicas. Sin duda, pronto nos despediremos. Mañana estaré buscando con qué sustituir tu partida. ¿Podré? Mi fuego regresó, con ello mi vida. Cumpliste tu cometido. Vivo abrasada en estas llamas por ti, salvando con éstas, mi entonces ajena vida.

Me salvaste, es indudable; me avivaste, también.

G R A C I A S

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