Embellecer los errores

La cultura oriental es extraordinaria, sé poco; la historia, costumbres, mitos y todo ese velo que envuelve la sabiduría y su enseñanza que se transmite por generaciones, me representa una exigencia de orden y honor que me apropio; ese orden es algo que intento hacer mío, a pesar del caos en que pueda estar situada. Entro y salgo del desconcierto continuamente, tratando de que mi actuar sea lo menos alejado de lo aprendido en Japón.

Hay una palabra que pretende develar lo que continuamente hemos tratado de esconder, las heridas. Todos hemos o estaremos rotos en alguna ocasión o en muchas, no hay límite para esa experiencia; desgajamiento que se matiza en grados; según edad, problema, solución, persona, situación, si es propia o involucra a terceros; siempre muchos tipos, muchas posibilidades, muchas fisuras, muchos hoyos negros en donde se puede estar perdido y la orilla que te lleve a buen puerto no necesariamente se ve cercana. 

En algunas ocasiones se pide ayuda, en otras no; las razones deben ser diversas, las personas reaccionamos distinto; la posibilidad que en esa “Y” de la vida se puede elegir, es por segundo. Por segundo podemos elegir el camino equivocado. Siempre nuevos caminos por recorrer con posibles errores. Prueba y error, así la vida. Método heurístico para avanzar en la sensatez; logrado.

Kintsukuroi es el arte japonés de reparar emociones y objetos. No hay duda que todo lado negativo se intenta mudar al lado positivo, eso nos lo enseñan desde pequeños, es parte instintiva; entonces se piensa que reparar como un polo positivo, es un verbo que debe de accionarse si algo está descompuesto, nuestro polo negativo; esto se hace en todas las culturas, en todos los tiempos; el arte asiático nos enseña que el reparar no implica que una vez zurcido el sentimiento se oculte el hecho de que las piezas han sido “re”unidas, sino que debe ostentarse que estaban desunidas, uno estaba descompuesto, roto, herido; hoy, después de esa unión, otra vez se ha conseguido ser funcional, mucho más fuerte. No es un remiendo fino, es un tejido que se ve y que llama la atención porque te muestra heterogéneo, pero esa misma diferencia es ahora parte de ti. No tenías conocimiento y ahora lo tienes. Representado con el dolor-aprendizaje. Las composturas invisibles suelen indicarte: “¡mira no pareces descompuesto, hasta pareces nuevo!”. 

Lo que el arte japonés formula es que, si bien todo se puede y debe reparar, hay que unir los pedazos rotos con laca de oro; peguemos los pedazos con algo que sea visible y más fuerte. Este objeto o emoción fragmentada si bien debe repararse, debe ser con un pegamento más fuerte pero además con una unión que haga perceptible que nos rompimos. Nuestra herida es visible para nosotros y para los demás porque el rompernos y pegarnos, nos renació. Hoy somos más fuertes, nuestra valía es superior. Hemos ganado. Tenemos con esa resina de oro, líneas brillosas que cual insignia muestran que somos sobrevivientes de la hendidura; ganadores.

Somos ya no lisos de inexperiencias, sino callosos de imperfección. Abrazamos la imperfección a través de los pedazos rotos que después de un tiempo se encuentran en su lugar. Nos decimos y le mostramos a todos, lo hemos logrado. Fui rota, hoy soy más fuerte.

Esas fisuras de líneas de oro son las que nos hacen crecer y las presumimos, porque esas y no los años son la manifestación del verdadero transcurrir del tiempo. El paso de nuestros años medidos por líneas de un metal valioso que ni el mejor orfebre pudo crear.

Ver las heridas no como dolor sino como aprendizaje, como lo que sigue a lo que la ocasionó y al sentimiento que asoma de inmediato; herida como sentimiento que perdura, como aprendizaje y orgullo por haberlo logrado. 

Palabra japonesa que no tiene par en el idioma español. Aferrarnos, ostentar y amar nuestra imperfección es parte de lo que somos, de lo que nos hemos convertido. Amo la laca de material platino que hoy cubre mi ser, que ha llegado a poner sombras y tonos que logran armonía con mi entorno imperfecto. Busco seres para platicar con fisuras, que tengan lacas de distintos materiales, no importa si son de oro, busco que sus heridas sean orgullosamente visibles, que me inviten con ellas a presumir que tanto ellos como yo, somos parte de diversos y divertidos, llantos y fracasos…

3 comentarios sobre “Embellecer los errores

Replica a Karla Mendoza Cancelar la respuesta