Juguemos al “Escondite” con la Parca

Hace mucho… mucho leí un libro*, de esos que parece te son entregados porque fueron escritos para el momento que uno está pasando. De esos que parece que alguien te dice al oído, ten pequeña inmadura lo necesitas… léelo ahí está la solución.

Lectura que pudiera darte las respuestas que ni siquiera sabes que estás buscando. Pues bien llegó, no sé cómo lo recibí, tampoco recuerdo más pero comencé una nueva aventura. Comencé a leer…

La primera hoja me atrapó, seguí en el naufragio de la historia, esbozaba sonrisas esperanzadoras, sí! necesitaba mudarme a ese pueblo, hacer maletas y agarrar a toda mi familia subirlas a un coche y viajar para allá. Pueden creerlo!!! un lugar en donde la muerte había decidido no cruzar frontera. La Parca no nos visitaría jamás. Doña Osamenta ya no nos agarraría desprevenidos.

Adios Calaca, Calavera, Patas de catre, Tiznada, Catrina, la Fría; ya nunca volverías a molestarme. Nunca volverías a verme con esos ojotes fríos cegadores y retadores.

Sí! Imaginen saber que podemos tener la oportunidad de no (volver a) vivir la ausencia de un ser amado. Ese sería la apuesta mayor de deseos que pediría si llegaran a concederme uno, pensaba. Así fue que el libro me cautivó. La gran apuesta de vivir para siempre. Quién no querría eso?

No omito decir que en el momento de mi vida que me encontraba, un libro de María Guadaña y su desdén hacia los míos (que son muchos) era sin duda, la panacea a cualquier tipo de tristeza. Podrías con mucha imaginación como consuelo, irte a vivir en ese pueblo y tener la certeza de haber conseguido la felicidad eterna… vivir para siempre! Ya! tenía lo que necesitaba, una esperanza, el libro se convertía en ese momento en la mejor noticia que hubiera llegado a mi mente aturdida, enloquecida por la alegría. Había alcanzado el Nirvana.

De pronto, emocionada y una vez ya convencida de que esa era la solución; sí! la Pálida no volvería a cruzarse por mi camino; la historia introdujo un factor que no había tomado en cuenta, una nueva invitada que también es muy molesta, la enfermedad. Qué pasa con una vida eterna y una enfermedad crónica degenerativa, o terminal con mucho dolor para “siempre”?… Dios, pensé, esto es una broma, eso significa vida sin vida por una eternidad!

Seguía comiendo a grandes cucharadas la novela que era de amor se tornó en un thriller, suspenso, terror, Gore… Cómo salimos de ese jodido pueblo que no nos deja morir en paz?… ya dejen morir “en paz”, simplemente no nos deja morir! De ahí varias tácticas, corromper para morir? Ilegalidad para trascender? Cruzar la frontera a escondidas?… Qué hacemos?

Pregunta seria, hasta dónde la vida es verdadera vida cuando la enfermedad se sienta a nuestra mesa y no quiere retirarse?

Antes de leer el libro pensaba que la muerte era mi única criptonita, pero tengo dos invitados a la fiesta del desdén, la enfermedad es otro invitado detestable. Sé que dicen que la enfermedad ayuda a estimar la valía de la salud; la muerte, la vida y tantas cosas que se dicen para motivarnos a valorar nuestros momentos felices, pero lo que sé es que la vida es hermosa pero justo en eso consiste su magia, esa que enamora, cual Remedios las bella en Cien años de Soledad. La vida nos brinda una apuesta, la apuesta del presente, de no saber cuánto tiempo nos queda.

Vivir es la apuesta de respirar en este momento, sin que algo tan simple nos lo pueda asegurar nada ni nadie. No hay certezas en el tren de la vida, bueno sí solo existe una, la muerte. Lo mismo pasa con la enfermedad, puede llegar para quedarse en todo lo que resta de tu vida, por eso considero que a diferencia de la vida que es del arrebato del momento, la enfermedad en la mayoría de los casos es del cobro de facturas que uno ignora pero que pronto llegarán, porque todo en esta vida se suele pagar.

La muerte es horrible pero debe darse, sé que no nos gusta y no hablamos de ella, más que en el día de muertos; la muerte deja un vacío en el rompecabezas de nuestra vida que nunca podrá volver a llenarse; los cuerpos se cansan y necesitan descansar y tomar a la Patas de Alambre de la mano para dejar de sufrir y comenzar la sanación eterna; ello sin tomar en cuenta el enorme dolor de los vivos que quedamos con el alma destrozada por la ausencia del ser amado en espera o no, solo con la sorpresa del día en que Doña Osamenta nos vea a los ojos y nos conduzca con ternura para el reencuentro con esos que nos precedieron, que seguimos recordando con ese vacío en el estómago y una fuga en el ojo con sabor a nostalgia en espera de volver a verlos y abrazarlos… Flaca hoy te pido que no seas mala ni traviesa, tárdate en llegar… pierde por muchos muchos años mi nombre y mi dirección. **Un dos tres por mí y por todos mis seres queridos.

*Las Intermitencias de la muerte/José Saramago.

** Juego del escondite.

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