Mi olivo y yo

Llévatelas no las quiero, entiende que con estas flores me regalas la pronta muerte, colores que alcanzan efímeramente a engalanar la casa con olores pronto marchitos, mi entendimiento impide comprender la muerte para demostrar el cariño al ser amado, regalando oscuridad disfrazada de plenitud. Flores asesinadas a conciencia, pecando de vanidad por quien las regala o las recibe, da igual quien de ellos se quiera engañar.
Ámame con vida, con frutos que multipliquen ese amor que juraste tenerme ante el altar. Quiero un jardín con alegría, no una mesa con flores sin tallos que hoy estarán, mañana su ausencia sin duda me abrumará. Me gusta el verde vida que engalana de esperanza a quien lo cuida. Quiero un árbol que cuando llegue a casa pueda con su altivez cubrirme de serenidad. Verde es mi color, verde hojas, verde olivo, verde que quiero conmigo.
Que la paciencia que como relación tendremos, sea la misma de la espera de nuestros primeros frutos que servirán para departir tardes apasibles de charlas que siempre habrá; el vino tinto, pan, queso y aceitunas, nos nutrirán; tú, yo, los niños, el perro y este árbol de olivo en el jardín, nuestra familia serán.

Una reunión cualquiera…

Un inocente juego que pretende divertir cuando menos, no a los hombres, da inicio. Ocho manos de dioses juegan en un partido de dominó cubano, el destino que vendrá. Divertido pensar que se echan apuestas entre aquellos que sus creencias les dictan cuidarlos. Habrá quienes, con ilusiones fallidas intentarán transformar infortunio en suerte; inútil lograrlo, comenta Azul, resistiendo la mueca de burla. Blanco alza la copa con discurso emotivo, los invita a culminar sin adversidades, aún faltan temas importantes por determinar; el vino hidrata ahogadamente los ánimos, especialmente los de Negro que se pone a manotear. Las apuestas mesuradas comienzan en hechos que como raza humana “pueden fácilmente superar”, se elevan a fatalidades “casi imposible por soportar”, sin que una voz de mando les haga recular; Rojo se observa preocupado, intenta detenerlos sin éxito, seguro está que las calles teñirán color escarlata el nuevo año que vendrá.