Siempre se dice que, en la vida se debe de contar con un médico, un sacerdote y un abogado. Yo soy lo último de esta lista, abogada; tengo varios amigos que encabezan la lista de esas profesiones recomendadas, médicos. No tengo a un sacerdote cercano porque recuerdo que la última vez que platiqué con uno en una “confesión”, no me fue bien… Me alzó la voz, me señaló, me regañó; yo y mis sensibilidades y mi corta edad entonces, rechacé de inmediato a los de la profesión de la sotana; no dudo que debe de haber personas extraordinarias que sepan hacer bien su trabajo de coaching espiritual en la tierra, ante nosotros los pecadores; pero no he tenido la suerte; tampoco la he buscado; mi tema del listado, exige un cambio. Siempre se ha dicho que la única constancia es el cambio y sí que lo es. Habría que agregar a esa lista a “los psicólogos”. A esas personas preparadas que pueden conducirte a la salida correcta, limpiar heridas y sobre todo quitar los obstáculos que te impiden observar lo que hay a tu alrededor. Sería necesario que todos tuviéramos uno. No cuando pensáramos que es necesario, sino siempre. Tema no solo de ayuda urgente, sino preventivo.
Soy corredora de fondo, diría que tener un psicólogo es el símil de ir tomando los hidratantes en el tiempo justo, antes de sentir sed; si se llega a sentir sed, entonces ya estás deshidratado y habrá que tener cuidado con la falta de sales y los inminentes calambres; incluso se tiene el riesgo que nuestro ácido láctico no nos deje continuar; ergo, lo que sigue, es “paralizarnos”. Imaginen!… Tanto entrenamiento para la inacción de la imposibilidad física. Pues así es el psicólogo, es tu compañero para que todo lo que traes en mente, pensemos cual el quijote, tantos libros, tanto conocimiento, tanta experiencia, tanto contexto; no te jueguen a la mala; no decidan bloquear y conducir a la inacción. El no hacer es lo único que no es permitido. Siempre hay tanto que hacer, pero dejar de hacer, nos debería ser imposible. Sin embargo, lo es. Nos quedamos “encantados” y perplejos.
Ayer conocí a mi nueva profesión de la lista, me gustó, su tono de voz es un baile; su elocuencia, impactante; la limpieza que generó en mí, indescriptible, ¿en una sola sesión?, ¿qué me espera de seguir la conducción de sus pasos?. Seguiré tomando agua para no sentir que el cuerpo ha llegado a su límite, me dejaré seguir atrapando por su tranquilidad, cuidaré que la lámpara que lleva consigo, pueda servirme para esos momentos de aparente oscuridad; mientras, voy aceitando la mía. ¿Han escuchado que el primer trago de una cerveza no tiene experiencia sinigual?; lo demás de la bebida, se podría disfrutar y se disfruta; pero es el primer trago el que hace la diferencia entre un momento de calor o no; es el antes y el después dividido por la espuma. Es un disfrute genuino. Lo mismo pasa con “cualquier primer vez”… El trago espumeante, símil de un abrazo… Pues así es cuando conoces a alguien, el primer trago…, y entonces lo sabes; te gusta o no; sabes si te gustará el demás contenido, sabes si apuestas por la experiencia; o, también es de valientes, podría ser el momento de decir, no, no gracias; solo quería probar.
Pues bien, mi primer trago recuperador, me ha gustado. Nunca se piensa en dónde conoceremos a alguien que pueda ayudarnos a cambiar la vida; en eso, de pronto y sin pensar, está en mi misma mesa compartiendo un desayuno y platicando tan casual como si te conociera de tiempo atrás.
Confianza me irradiaste y te tomé la palabra, la promesa tácita de dejarme llevar por tus conocimientos. Hoy día nacional de tu profesión… buen día para celebrar el poder coincidir… “Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir”.* Gracias, en verdad, por aparecer de la manera menos convencional en mi vida.** Coincidir y escribir han sido mi mejor medicina para hidratar el alma.
*Canción: Coincidir/Escobar Zúñiga Juan Alberto/ Raúl Rodríguez Prieto
** Dedicado a AOC… gracias.
