ILLUMINATO

Como las margaritas cuando se buscaba la verdad a través del “me quiere o no me quiere”, me ha tocado el “no me quiere”. La escritura elige cuándo hay que callar. La página en blanco como el silencio dice más que las palabras. La no acción transmite, también tiene consecuencias y toca fibras. Cuando las palabras aun con la ventana abierta, deciden no salir, el clima aparentemente se torna grisáceo, pero si logras ver, son nubarrones que encierran figuras de dragones. Las palabras juegan, se esconden. También se han agotado. Descansan en pantuflas. Listas para deambular. Luego de unas horas, se encierran para entonces dormitar. [shhh]

Nuestro silencio tiene voz ronca, aterciopelada, seductora, con pericia en dicción; sus tonos de confidencialidad permiten que dancen murmullos que ajenos a labios se dejan escuchar. [shhh]

Escribo sin escribir. Me gusta. Soy buena callando. Callar cuando no hay nada que decir. Callar cuando no se tenga la intención de decir algo, aunque se tenga mucho qué decir, las ideas también se ocultan, se mimetizan. Enaltezco y me rindo a los pies del honorable dios del mutismo selectivo, que hoy me iluminó. [shhh]