Cuando imaginaba a alguien leyendo, esta estampa solía anidar en mi mente. Hoy mi imaginación y la realidad se fusionaron. Hoy te vi. Hoy la tomé. Hoy robé tu espacio.
Hoy te tomé por sorpresa y te arrebaté este momento. No te avisé, disculpa, quiero recordar este momento. Y tuve que congelarte en mis recuerdos.
Vendes libros de segunda mano (llevo tiempo viéndote los domingos)… tu plática es corta pero interesante. No sabes si tu plática es lo que muchos buscamos y decides hablar lo menos para no perturbar a los clientes.
Hoy me platicaste, porque justo hoy se conmemora el Día internacional del libro y sacaste a cuentas también el por qué del día nacional del libro. Me dijiste que no lo anunciaste en el puesto porque a pocos les interesan esos temas. Pensé que era cierto, pero que era un gran error reconocerlo y dejarse vencer.
No sé tu nombre, te hablo de tú y no de usted como mi padre de seguro me lo indicaría. Lo hago así con un dejo de cercanía porque pienso que la edad en el mundo de la lectura nos convierte en atemporales y eso eres para mí. Tenemos la generación de la pasión del libro de papel.
La señora de los libros. Eso eres. No necesito saber más. Ni tu nombre, ni dónde vives, ni tu vida. Solo escuchar tu voz, amar tu pasión por los libros y saber el precio de los libros que suelo alzar y que te pregunto… “en cuánto este Señora?”
*En honor a esas personas sin nombre… a esos rostros bellos que emanan cultura… a esas voces que lo envuelven todo.
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Ikigai 生きがい 