Siempre pasa lo mismo, muchos deseos envueltos en uvas verdes sin semillas, para que fluyan y no muera el celebrante con buenos deseos carentes de intención… el día uno sucede, siempre pasa, posponemos todos los propósitos porque es día de descanso obligado, el recalentado, nos decimos, nos lo merecemos, insistimos… el día dos, ya hay que trabajar, ya no hay tiempo y esas buenas intenciones se vuelven recuerdos de una noche de fin de año en que compartimos fiesta y algarabía con esos seres queridos con los que elegimos cerrar el ciclo, en mi caso, siempre los más amados.
Este discurso es para mí, para nadie más, aunque puede ser también para ti lector, prometo hoy reponer mi día de falta: escritura, ejercicio, meditación, estudio, trabajo y risas; a partir de hoy no podrán faltar, serán mi nuevo hábito. Solo menciono aquellos buenos propósitos que se pueden compartir, otros, sin duda los guardo para mí, comenzaré a honrarlos para cumplir estas doce campanadas que como mantra diré y con ello sin duda empujaré esa energía divina de aparente montaña inamovible que lo transforma todo. No hablo de religión, mis queridos lectores, nunca hablo de ella ni de política para salvar mi alma de discusiones a veces vagas y subjetivas que procuro no escuchar y mucho menos participar, la pasión en esos temas puede ser una descortés enemiga mía, no hay en mí inteligencia emocional alguna que libre esa batalla, lo que tú creas es lo correcto, lo que yo creo es solo mío y no lo comparto; hablo en cambio y sin lugar a equivocarme de la fuerza que tenemos para cambiar nuestro entorno. Este año mis deseos buscan una meta con varias acciones que me llevarán por el camino posiblemente no siempre llano y a veces rocoso, de la felicidad. De esa que siempre he llamado la paz que iluminan mis ojos de un tono difícil si quiera de identificar. Solo brillan, quien me conoce lo sabe. Quien me ve, sin duda se da cuenta. Esa luz que afecta a quien no me deja brillar y que muchas veces me hace brillar más, y divertirme en el camino de la luz.
Brindo hoy lunes 2 de enero, por esas 12 uvas que me comí y degusté con una copa de vino espumoso, por esas doce uvas que eran acompañadas de una campanada que cambiarán mi vida y posiblemente en efecto dominó la de muchos que coinciden en ella. Causalidad envuelta de buenos resultados. Brindo con un té de hierbabuena, porque es día laboral, no me es permitido brindar y además muero de frío. Brindo porque este 2023 sea un año de mejores sorpresas que el 2022 y que, por mucho, fue un año alejado de malas fortunas. Hoy busco y espero más, siempre más, sin duda soy ambiciosa y me jacto de serlo. Lista estoy de que así sea. ¡Venga 2023, aquí te espero! Eureka. Además, completé el ritual de fin de año, salimos mi siempre fiel D y yo, como todos los años a correr en el parque con las maletas, segura estoy, me lo digo y lo visualizo, que al menos viajes y salud no faltarán… SALUD!!!!!