Tercer día y hoy el cerebro está agotado, se me han acabado las ideas, ya no buenas ni malas, todas se fueron. Para intentar concentrarme pienso en qué haría si de repente me quedara atrapada en un elevador con alguien y viéndonos a los ojos tuviéramos claro que somos ajenos a la desesperación y la claustrofobia; sabiendo que nos van a rescatar en algunas horas y que no se nos acabará el aire, me imagino que estaríamos “forzados” a hablar de “algo”, de seguro tendríamos algo en común que nos guste o algo en común en dónde las pasiones por el tema se vayan a polos opuestos y pueda generar que fluya una conversación, al menos con esa bandera de una incómoda situación, una plática podría apaciguar nuestros nervios. Es fácil, con el entrecomillado puntualizado, que fluya una plática incluso con un desconocido, porque a veces se trata de acallar ese silencio que nos aqueja.
¿De qué platicaría con un desconocido? ¡De pronto tengo una idea!, mi acompañante atrapado aun no dice nada ¿será que el silencio podrá triunfar? Pienso de pronto en películas, sí ese tema puede ser sencillo, y viene a mi mente de una forma arrebatada y loca The Lobster (Yorgos Lanthimos) y entonces en este ejercicio de escritura, las palabras comienzan a prepararse para salir. Los dedos se preparan para poder dar una postura de crítica de cine que no soy y fluyo… Le digo a mi acompañante imaginario desesperado que la película es magistral, le diría que cuando salga del elevador está obligado a verla. Aunque es cine catalogado como “no para todos” solo, le diré con un tono de mucha emoción y con los ojos que brillan solo de recordarla, que es una obra en dos partes, ambas basadas en la libertad y voluntad coaccionada; la primera parte para encontrar el amor de tu vida, mientras que la segunda, para evitarlo.
¿No les pasa pensar que el “timing”, incluso para encontrar a una persona es de segundos y solo precedida de demasiados pasos y obstáculos a vencer que muchos llaman destino, otros lo expresan orgullosamente como suerte y hay quien llega a llamarlo el hilo rojo? Ahora imaginen que ese tiempo preciso no está en tus manos sino ordenado por alguien en el primer caso; o prohibido por toda la comunidad, en el segundo.
Considero que bajo esta condición de obligación/prohibición, sería muy fácil que en este mundo nos priváramos de conocer a esa persona en la que se piensa en el día y en la noche. La espontaneidad por ser impresionado por el amor nunca se silencia. Hay quien suele decir que la única constancia es el cambio y parte del cambio es sucumbir ante la infinidad de sorpresas de sabor que la caja de chocolates de Forest Gumpnos ofrece. Habrá que estar preparados para, no sé si probarlos todos, pero al menos tener los ojos bien abiertos para poder decidir por cuenta propia nuestro sabor de chocolate preferido.
muy buen relato. Hay que probar y moverse, es mas divertido jejeje!!
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